martes, 22 de noviembre de 2011

años

Tendríamos que odiarnos demasiado para volver al punto de partida e iniciar.
Iniciar lo que no es negociable, lo que no se puede ya arreglar, volver, es invertir en algo que no será productivo....

Esas eran tus palabras, 15 de junio del 86 , aún era una pequeña de 23 años, cuándo alcancé a coger mis gafas de la mesita de noche, me las puse y con sigilo llegué a tu habitación.
Eras un hombre, hecho y derecho, de unos 35 en aquellos tiempos y te veía tan alucinante que mis ojos salían se sus órbitas con sólo escucharte toser por el pasillo.
Abrí la puerta y me dediqué únicamente a escucharte hablar por teléfono, a ver tu cintura, tus hombros tu pelo claro...
Nunca había sentido tal cosa, la vida me mantuvo siempre en la línea en la que debía estar, era un pequeña sin veneno...hasta que te cruzaste en mi camino.
Pasaron los días y dejaste de mirarme con ojos de amigo, me empezaste desear, quisiste acariciarme y decirme toda la verdad.
Una noche, paseando, te encontré, recibiste mi cariño y comprendiste que todo esto tenía más camino que recorrer, y me quisiste aquella noche y muchas más, y nos odiamos, y peleamos y me dijiste te quiero y también no te quiero soltar.
Fuimos dos personas fuertes , atadas el uno al otro sin motivo alguno, pero te quería y me pensabas.
Pero un día, eso que llaman edad medió entre nosotros y sin quererlo me dijiste adiós.
Y allí volví tras años de locura, a ese paisaje calmado , con palmeras y sol en medio del atardecer, de esas nubes anaranjadas que nos custodiaban alguna que otra vez en atardeceres con besos y abrazos.
No apareciste, y se que todas esas palabras que ese último día dijiste no son verdad, que aun me esperas y que volver siempre, siempre que me quieras ver, será productivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario